Las paredes cubiertas de hiedra le dan un toque majestuoso a este hotel construído a finales del XIX y con auge en las primeras décadas del XX. Indispensable tomar el té al estilo victoriano!
Atmósfera pomposa! Desde los tapices y las alfombras, hasta la porcelana, realmente logran transportar al comensal al S.XIX para llevar a cabo el ritual del té al estilo de la Reina Victoria.
Plant-gasms múltiples! Para los amantes de la fotografía, obligado llevar lentes macro para capturar flores, hojas, gotas de rocío e insectos. Tres horas, el recorrido ideal. El 'sunken garden', must!
La mejor hora para retratar este jardín es al atardecer. Esta es una foto panorámica!
Es impresionante poder estar a 200 metros de familias de orcas, mientras navegan por su hábitat natural. Una experiencia única. (Llevar abrigo!!! Brrr!!! Ah! Y binoculares)
El lugar indicado para comprar los souvenirs: jarabe de maple en todas sus presentaciones. Las botellas de cristal en forma de hoja, son muy elegantes. Y hay que probar el helado de maple!!! Yom!
Chocolatería antiquísima, con muebles de estilo botica. Los canadienses tienen la tradición de regalar estos chocolates en Navidad! El más rico... el de gengibre! Con pedacitos reales de raíz!
Lindísima decoración kitsch con mantelitos de vinyl mexicano, meseras en onda sea-punk y platos vegetarianos! Los monk-noodles con tofu... yum!
Los desayunos son güenísimos (aunque el restaurante se satura). Obligados: los benedictinos con salmón!
Una librería muy cozy en un edificio antiguo! La atmósfera te obliga a salir con uno o más libros bajo el brazo! Aquí me hice de uno que se llama 'The Edible Balcony', para hacer huertos urbanos!
La manera más rápida para llegar desde Waterfront en Vancouver hasta el puerto en Victoria: el Seaplane o Avioneta acuática! Quite a ride!
Ropita fancy para hacer yoga! Marca local –de Vancouver– con orgullo de exportación!
