¿Sabías que Dalí tiene así el bigote de tanto beber horchata aquí? Siéntate en la terraza y pídete un clásico: horchata mixta y fartons. Apaga el móvil, regresa al siglo XX y disfruta.
A través de un menú degustación, me pareció oír entre plato y plato un: “Mercadooona, Mer-ca-doo-na”.
Cocina de diseño, fusión, arroces… no sólo se ha de poder disfrutar esto en el centro de Valencia. Comerás bien, pero no calles si no quieres estar esperando 20 minutos la cuenta.
Un clásico en este tipo de locales: sillas recicladas, muy variado, muy bueno, caro y un poco prepotente: si no servís la oferta de desayuno el fin de semana, no cuesta nada borrarlo de la pizarra.
Saldrás del local con la ropa oliendo a fritura. Eso sí: fritura de calidad. Patatástico.
De esos sitios que tienen un ‘no sé qué, qué se yo’ nada más entrar. Bueno, bonito, barato y… bravas. ¡Los bocadillos tampoco se quedan atrás!
Decoración y ambiente muy cálido y confortable. No puedo opinar sobre la relación calidad/precio puesto que fuimos invitados por la app ‘Fever’, pero la ajonesa casera estaba realmente buena.
