Para pasar un buen rato con los coleguis y tomar algo a un precio muy baratillo. Lo único son las sillas, que te dejan la espalda hecha polvo cuando llevas un rato.
Nunca había estado en un sitio con tanto ruido. Es ensordecedor los gritos de los comensales, todo ello aliñado con la chica del altavoz llamando a la gente para buscar la comida. El resto bien.